domingo, 25 de mayo de 2025

El Libro Rojo

El libro rojo.
Llegué por los pelos a coger el tren de cercanías. Al entrar visualicé un asiento libre y me tiré de cabeza.
En el asiento había un libro bastante grueso con tapa roja. Pregunté a las personas que estaban allí para que lo retiraran. Al parecer no era de nadie. Lo cogí y leí la dedicatoria.
Estimado lector, en este libro encontrarás sueños que se cumplirán sin son realmente buenos para tí . "Escriba su sueño"
Saqué un bolígrafo y me puse manos a la obra a escribir. 
Bajé del tren con una gran sonrisa .


Concurso Relatos de Cercanías Madrid
XIX Certamen de Relatos Breves "El Tren y El Viaje”
El tema es “El tren y el viaje”, los relatos deberán estar relacionados con el tren de Cercanías y su entorno.

El fallo del jurado se dará a conocer en www.renfe.com el viernes 6 de junio, se comunicará la fecha y lugar de entrega de premios.

miércoles, 2 de abril de 2025

La marca de las Gárgolas (Un relato de Mistricia Snowy)

.Tema libre

El relato tendrá un máximo de 4000 palabras y un mínimo de 2000. Se presentará con interlineado doble y páginas numeradas; tipo de letra Times New Roman de 12 puntos. La obra deberá ir precedida de una portada en donde se incluirá título y seudónimo

 

La marca de las Gárgolas
(Un relato de Mistricia Snowy)


La semana se me estaba haciendo especialmente larga. Era ya miércoles y el madrugón de hoy había sido especialmente duro. Me monté en el metro como todos los días, me coloqué los cascos a un volumen alto (demasiado según mi teléfono) para que me fuera despertando poco a poco. Cuarenta minutos exactamente para llegar al curro. Busqué en mi lista de música algo movidito y le di al play. En los dos primeros transbordos fui de pie. Tenía la esperanza de sentarme en este último, ya que había perdido el metro en mis propias narices. Uno de esos días en que el conductor te cierra las puertas sin esperar dos segundos más siendo tú la única que queda en tierra. Llegaría un poco más tarde, pero no pasaba nada, lo bueno era poder ir sentado.

Por fin llegó el metro después de esperar 8 minutos. Me senté en el borde con mi mochila puesta a la espalda y la otra bolsa apoyada en mis rodillas con las cosas del trabajo. La abracé lo justo para no aplastar el plátano y el trozo de bizcocho que me había metido para desayunar y para evitar que la botella de agua no se volcara y pudiera mojar la agenda o los papeles del trabajo. No sería la primera vez.

Una de las canciones me erizó la piel, así que cerré los ojos para poder disfrutarla mejor. Hacía tiempo que no escuchaba esta canción y siempre me pasaba lo mismo. Apenas entendía la letra, pero aun así la combinación de guitarras, batería, voces, y efectos sonoros hacía que mi piel se estremeciera de gusto. La última canción que traduje me decepcionó tanto que no quise hacer lo mismo con las demás.

De repente, un brusco movimiento hizo que abriera los ojos. Vi gente corriendo con cara de terror. Miré a mi alrededor y, primero, vi un agujero en el techo del vagón, bastante grande. La gente gritaba y, pocos segundos después, el vagón se despejó. Era uno de esos metros con los vagones abiertos, con las uniones que recuerdan a un acordeón. La gente se amontonaba lo mas cerca de la cabecera del metro que podía.

Yo me levanté sin saber qué hacer, medio dormida, abrazada a la mochila y con cara de “!¿Qué cojones está pasando?! “. Miré detrás de mí. Allí se encontraba una especie de escultura de piedra gris oscura con alas y garras que desprendía un calor intenso. Miré hacía arriba para ver su cara. Su enorme cabeza bajó a mi altura y me miró con unos ojos rojos mientras respiraba con dificultad. Me quedé paralizada y, sin pensarlo, me vi acariciando su mejilla y chistando como se hace para calmar a un bebé o a un animal herido o enfermo.

Lo analicé con más detalle y, sorprendentemente, descubrí que era una gárgola. Pensé entonces que me había quedado dormida y que esto pertenecía a uno de mis sueños fantásticos.

El metro frenó bruscamente y, por los altavoces el conductor pedía calma y orden. Con el frenazo caí casi encima de la gárgola, que se desplomó de lado en el suelo. Había bastante sangre. Solté la mochila y busqué la herida de la bestia; estaba cerca del hombro y era profunda. Me quité el pañuelo del cuello y presioné la herida. Fui a gritar ayuda, pero al mirar al fondo vi cómo la gente bajaba desesperadamente de los vagones. A volver a mirar a la gárgola su aspecto estaba cambiando. Se estaba haciendo más pequeño, su aspecto era cada vez más humano, hasta convertirse en un hombre de unos cuarenta años. Su cuerpo quedó desnudo y empezó a tiritar. Me quité el abrigo y le tapé como pude.

En su muñeca había un tatuaje circular con entrelazados celtas que ya había visto antes. Su piel era más blanca de lo habitual. Sus ojos eran de un color negro, no se distinguía la pupila del iris. Ajusté el pañuelo a su hombro presionando la herida.

Se empezaron a oír voces al fondo del vagón. La mano del chico me agarró con fuerza y mirándome a los ojos sus labios susurraron:

- Ayúdame”.

 

Lo levanté y bajamos del vagón. Él conocía bien los túneles. Nos metimos por unas puertas y luego por unos pasadizos húmedos y oscuros. Se escuchaban pasos detrás de nosotros. Cada vez le costaba más andar a pesar de la ayuda que le estaba prestando.

- Es aquí - dijo con gran esfuerzo.

Señaló con la mano una pared. Presionó una baldosa y el muro se movió, dejando una abertura muy justa para pasar. De allí pasamos a un ascensor antiguo con rejas. Subimos varias plantas y llegamos a un espacio diáfano con muy pocos muebles. Él se dirigió hacia una nevera, de la cual cogió algo, y se tumbó en una cama grande con las sábanas revueltas. Abrió con dificultad un bote se impregnó la herida con una pasta oscura. Me miró e hizo una señal con la mano para que me acercara.

Sentí miedo. Ahora si sentía miedo. Era un poco absurdo: no me daba miedo la gárgola, pero sí el humano.

Me acerqué despacio, mi corazón latía muy deprisa. Cuando estaba a menos de un metro dijo:

- Me has salvado la vida…, puedes irte cuando quieras.

Lo interrumpí diciendo:

- Aunque quisiera, no sé salir de aquí. Mi sentido de orientación es nulo.

El hombre giró la cabeza para mirarme y soltó una carcajada contenida. Señalo una puerta y dijo:

- Si sales por esa puerta de frente encontrarás unos ascensores. Baja a la planta cero y encontrarás la salida a la calle. Te prometo devolverte el abrigo….

Me dirigí hacia la puerta y, antes de llegar, me di la vuelta:

- ¿En qué zona estoy?

- Plaza de España - contestó.

Abrí la puerta y la cerré a mi espalda con suavidad.

Saqué un boli y un papel de mi mochila, escribí mi teléfono y mi nombre. Lo pasé por debajo de la puerta y me fui.

En el ascensor me di cuenta del aspecto que llevaba. Menos mal que llevo de todo en la mochila. Las toallitas húmedas hicieron un buen trabajo y en las veintiséis plantas que bajó el ascensor, me dio más que tiempo de arreglarme un poco. Quitarme la sangre de las manos y cara, recogerme el pelo con una goma. Menos mal que siempre voy de negro, así las mancha no se notan tanto y más las de sangre. Lo raro fue que no parara en ninguna planta y subieran algunas personas. Cuando llegué a la planta baja salí hacia un hall que parecía de un hotel. Nadie me preguntó nada al salir. Efectivamente me encontraba en plaza de España, en el edificio España. Me dirigí hacia el metro. Llegaba tarde al trabajo y encima había perdido la bolsa del curro con los papeles y lo que más me dolía era el desayuno.

- ¡Mierda! Dije en alto. Van a saber donde trabajo y me harán muchas preguntas…Llevaba demasiada información en esa bolsa.

Al entrar en la boca del metro, en las escaleras alguien chocó conmigo.

- Creo que esto es tuyo.

Me acercó la bolsa que había perdido. En su muñeca había el mismo tatuaje que el hombre gárgola. Otra vez ese simbolo. Llevaba gafas de sol y sólo pude ver como esbozaba una sonrisa de medio lado. Cogí la mochila y en decimas de segundos desapareció. Era una mujer pelirroja de pelo corto.

Al finalizar la escalera vi a tres policías al lado de los torniquetes. Me temblaban las piernas. Me agache para hacer que me ataba los cordones de los zapatos y buscar dentro de la bolsa el abono. Había un gorro y una bufanda que no eran míos (Rosa fluorescente). En una nota ponía: “Póntelo y quítate las gafas. Buscan a una mujer con gafas de pelo largo negro y vestida de negro”. Me puse el gorro metiendo el pelo todo lo posible y la bufanda al cuello. Las gafas me las guardé en la manga del jersey y me colgué la bolsa al hombro. Cogí aire y pasé al lado de los policías con el abono en mi mano preparado para pasarlo. Pasé sin ningún problema. Por el camino al anden decidí volver a casa, estaba claro que me estaban buscando.

Cuando llegué a casa me quedé sentada en el sofá mirando al infinito. Al final no era un sueño y estaba pasando de verdad. Poco a poco me fui quitando el gorro , la bufanda, los zapatos….mi gatito Conde se acercó mirando con extrañeza, salto al sofá y me maulló dulcemente. A acariciarle se apartó bruscamente. Mire mi mano y me quedaba alguna mancha de sangre todavía en la parte de la muñeca. Me levanté rápidamente y me fui al baño a lavarme bien. Después de una ducha y desenredarme me quede mirando mi reflejo en el espejo.

- Tengo que cambiar de look inmediatamente. Me dije en voz alta.

Busqué en el cajón las tijeras y el peine, y con todo el dolor de mi corazón corté como pude. En el fondo del armario tenía un tinte caoba de hacía años, pero no me lo pensé. Después de un rato me encontraba en pijama en el sofá viendo la tele sin prestar mucha atención. Mi gato se había acurrucado conmigo y con su ronroneo me quedé dormida.

El timbre me despertó. Conde estaba al lado de la puerta con el lomo erizado cosa que en circunstancias normales me hacía gracia porque no tenia nada de pelo. Pegué un brinco y miré el reloj.

- ¿¿La seis de la tarde??

Era increíble como había pasado el tiempo. Me dirigía hacia la puerta de puntillas y miré por la mirilla. Era un repartidor. Insistió en timbrar a pesar de no hacer ruido.

- ¿Quién es? Dije

- Le traigo un paquete, contestó.

- Yo no he pedido nada. Dije.

- Disculpe, han insistido en que entregue esto en esta dirección. Contestó

- Déjelo en el felpudo, por favor. No estoy visible, gracias.

El chico dudo, pero lo dejo donde le había dicho y se marchó en el ascensor. Yo rápidamente abrí la puerta cogí el paquete y cerré corriendo. Era una bolsa grande de papel cerrada con una pegatina. Abrí y saqué un abrigo nuevo en color gris medio, entallado a la cintura y con capucha. En la bolsa había pegado con celo un sobrecito pequeño con una nota:

- Espero que te guste. Gracias por todo. Estoy en deuda contigo Shirma. Fimado: Telun.

Miré detrás de la tarjeta y venía el nombre del hotel de Plaza de España.

- Shirma?? Dije en alto.

En ese mismo instante sonó un mensaje en mi teléfono.

- Sube a la azotea a las 23:45, la puerta estará abierta. Tenemos que hablar. Telun

Fruncí el ceño y guardé el contacto como Telun.

            Me quedé mirando a la nada y pensando en aquel símbolo. Yo lo había visto antes, pero, ¿dónde? Fui directa a la habitación y cogí una caja que tenía encima del armario. Era una caja que encontré cuando me mudé y no quise tirarla por si la dueña volvía a por ella. La dejé encima de la cama y, poco a poco, fui sacando cosas: un vestido, un pañuelo, unos libros, una cajita…
—Espera, me dije.
Abrí la cajita y allí estaba el símbolo; era un colgante de plata con un cordón en color púrpura. Lo cogí entre mis manos y le hice una foto con el móvil. Había un sobre con fotos dentro que no había mirado por respeto a la intimidad y unos libritos escritos a mano que tampoco quise cotillear. Volví a dejar la caja encima del armario.

A la hora acordada subí a la azotea. Hacía una noche agradable, no azotaba el viento y el cielo estaba despejado sin nubes e iluminado por la luna que estaba casi llena. Llevaba el abrigo que me habían regalado, era bastante cómodo y calentito. Me subí el cuello del abrigo, notaba el corte de pelo que me había hecho sobre todo en la nuca. Me quedé mirando la ciudad unos minutos y luego volví a mirar la hora en le teléfono. Eran las doce de la noche, un poco tarde para mí que tenía que madrugar al día siguiente. Tenía ya calculado la nueva ruta que coger para llegar al trabajo hasta que pasaran unas semanas. Suspiré y me di media vuelta para marcharme. La voz de Telun pronunció el nuevo nombre:

- Shirma, espera.

Me di la vuelta y allí estaba:

- Perdona el retraso. Todavía no estoy recuperado de mis heridas.

Le miré con dureza y le respondí:

- Yo no me llamo Shirma. Seguramente ya sabes todo de mí.

- Lo sé, pero es mejor así. Dijo con voz seria y calmada.

- ¿Qué quieres de mí?, No voy a contar nada de esto a nadie. Lo primero nadie me creería y pensarían que se me ha ido la cabeza. Lo segundo, me gusta llevar una vida tranquila. Bastantes preguntas me van hacer mañana por faltar al trabajo y por mi cambio de look. Y tercero, mañana madrugo y sino duermo soy una persona insoportable.

La cara del hombre fue cambiando de serio a sorprendido, de sorprendido a desconcertado, de desconcertado a guasón y a terminar dió una carcajada tan fuerte, que le hizo parar de inmediato al sentir un dolor punzante en la herida del hombro. Se llevo su mano allí y respondió con voz de dolor:

-Tranquila, sólo quería darte las gracias en persona y pedirte……bueno ya veo que eres más lista de lo que pensaba. Te has cambiado el pelo…

- Y la ruta del metro también la voy a cambiar, dije sin dejarle acabar. Hoy no fui por indigestión de la cena de ayer. Eso piensan mis compañeros y jefes.

Mañana se sorprenderán del cambio de pelo y les tendré que contar una milonga. Pensarán que estoy en crisis. Eso dicen de las mujeres que cambian su look drásticamente, ¿no?- Dije levantando las cejas esperando una aprobación por su parte.

-¿Dónde te has metido todo este tiempo? Dijo mientras se acercaba lentamente hacia mi. Me acarició la mejilla y se despidió con una sonrisa.

- ¿Te volveré a ver? – Dije

- Cuando quieras, ya sabes dónde encontrarme.

A la mañana siguiente al despertarme y lavarme la cara, descubrí en mi muñeca ese símbolo celta tatuado.

- ¿Pero, cuando...?

En la encimera del lavabo había una pomada con una nota: “Échatela hasta que cure”.

El viaje en metro al trabajo fue tranquilo y tenso a la vez.

Mi vida estaba cambiando y no sabía que me esperaba en el futuro.

Ahora era Shirma, protectora de gárgolas.

El día en el trabajo pasó muy rápido. De vuelta a casa, la frase de Telun no paraba de resonar en mi cabeza:
-¿Dónde te has metido todo este tiempo?
Me lo dijo como si me conociera de antes, pero... Volví a coger la caja de encima del armario y saqué el sobre con las fotos y los libritos escritos a mano. Empecé a sacar las fotos; eran de edificios antiguos: fotos de detalles de columnas, de esculturas y figuras. Curiosamente, entre ellas había gárgolas. En la parte posterior había fechas y los nombres de las ciudades donde se encontraban esos edificios. Lo metí todo en el sobre. Cogí uno de los libritos y le retiré la goma para ojearlo. Eran anotaciones de los viajes a las ciudades, hablando de las esculturas de los edificios.
Conde apareció por la puerta y, con curiosidad, se subió a la cama, se metió dentro de la caja y se puso a ronronear mientras masajeaba el vestido. Lo retiré rápidamente con cuidado, con miedo de que lo enganchara con las uñas. El librito se me cayó al suelo y de él salió una foto. La recogí y la miré. Me dio un vuelco el corazón.
-¿Cómo podía ser posible?
Esa chica era igualita a mí. Sonreía a la cámara mientras abrazaba a un chico. Ella llevaba el colgante y el vestido de la caja. El chico salía de perfil e intentaba tapar su rostro con la mano, cubriendo la cámara. La mano con la que tapaba llevaba un tatuaje en su muñeca. Cogí una lupa para poder ver mejor el tatuaje y la cara del chico. Era Telun. Le di la vuelta a la foto y ponía una fecha: 3 de noviembre de 1973 y unas iniciales: T y S. Habían pasado 50 años desde esa foto... Cogí el teléfono y se la mandé a Telun.

A los pocos minutos recibí un mensaje:
- Sube a la azotea. En la caja está la llave.
Rebusqué y rebusqué y no la encontraba. Vacié la caja encima de la cama… pero no la veía. Conde me miró y, con su patita, me señaló la llave que tenía al lado de sus patas.
- ¿Tú ya lo sabías? ¿Ya me conocías también?
- ¡Miauuu, miauuu! - respondió.
Cogí el vestido y me lo puse. También cogí el colgante y me lo puse. Agarré la llave y me subí a la azotea corriendo. Me temblaban las manos y no atinaba a meter la llave para abrir la puerta de la azotea. El corazón se me iba a salir por la boca. Ya estaba anocheciendo. Se veían los últimos rayos de luz rojizos ocultándose en el horizonte. Un gran aletear me hizo mirar hacia arriba. Allí estaba Telun. Bajó hasta donde yo estaba. Se paró frente a mí y volví a sentir su calor. Sus ojos rojos se clavaron en los míos. Una lágrima caía por su rostro, lágrima que limpié con mi mano. Nos fundimos en un abrazo. En mi cabeza aparecieron imágenes de tiempos pasados, lugares y personas que no conocía actualmente. Al abrir los ojos, me encontré rodeada de gárgolas, que empezaron a transformarse en personas y, sonriendo, fueron a saludarme uno a uno.

- ¡Has vuelto!

 


--
Patricia Nevado

lunes, 31 de marzo de 2025

El granero

Relato II Concurso de microrelato asociación de vecinos de Aldealbar

La temática versará en torno a la siguente frase: El día que Mari sacó la escopeta.

Maximo 250 palabras( Sin incluir el título)

Tipo de letra : Arial, interlineado 1,5.

Enviar a asocaldeabar@gmail.com

El granero

El granero había quedado limpio, ordenado y muy amplio. Llevaba casi tres meses sacando mierdas y trastos de allí. Quería hacer un merendero para las reuniones familiares y así poder juntar a todos como lo hacía su abuela cuando ella era niña. 

Dejó el portón abierto para que terminara de airear y el olor a productos de limpieza se fuera. 

Después de casi una hora decidió que era el momento de cerrar el gran portón. Se disponía a marcharse cuando oyó ruidos dentro.

Se asomó y miro a su alrededor para identificar qué era lo que había generado ese ruido. Los cepillos y otros enseres estaban en el suelo. Los había dejado apoyados en la columna. Pasó y aprovecho a guardarlos y con una sonrisa de orgullo salió del granero y cerró con llave. 

En mitad de la noche le despertó un ruido fuerte que venía del exterior. 

Miró por la ventana. Parecía que el ruido venía del granero.

Esa noche fue el día que Mari sacó la escopeta.

 Escopeta en mano, en camisón y, con el antifaz de dormir en modo diadema. Abrió la puerta con llave, cogió aire, y escopeta en mano grito:

- ¡Quien anda ahí!

 La cara de terror de los que se hallaban dentro hizo que Mari se echara a reír a carcajadas. Esa imagen de Mari agarrada a la escopeta balanceando su cuerpo sin control daba más que terror. Era como la escena del chimpancé con una metralleta pegando tiros a diestro y siniestro. 


lunes, 3 de febrero de 2025

la artista

Relato Prado
Max 205 palabras 

Cuadro "La artista".

El autorretrato.

Aurelia llevaba la pintura en las venas. La veía pintar todos los días desde la ventana con mis Binoculares. Por mi enfermedad apenas podía salir de la habitación y de esta forma ella entró en mi vida por casualidad. 

Entró como un aire fresco en primavera, abriendo la ventana de par en par y colocando su caballete, su mesita alta llena de tubos de oleo,  docenas de pinceles y demás enseres.

Unos días con entusiasmo, risas y cantares. Y Otros días tristes en los que simplemente miraba el lienzo y apenas daba alguna pincelada. 

Nada más llegar se ponía su blusón de pintora y se recogía un poco el pelo. Su cuello era largo y esbelto. Podía imaginar el olor de su pelo y de su piel. Tantas horas observando sus gestos, sus movimientos que ya formaban parte de mi vida. Inventaba conversaciones con ella. Pero ella no sabía de mi existencia.

Un día mi enfermedad me dejó tres días sin poder verla. Las fiebres eran tan altas que la mujer que me cuidaba creyó que no saldría de esta. 
Cuando pude incorporarme en la cama, colgado de la pared había un cuadro. Su autorretrato y una nota en mi mesilla.


domingo, 29 de diciembre de 2024

IX PREMIO DE RELATO BREVE LA GRAN ILUSIÓN – CINES RENOIR

La nota en la butaca de cine.

Era una obsesión, una necesidad, una forma de sentirse bien y tranquila. A ella le desestresaba y le hacía evadirse de la cruda realidad. 
Había tenido muchas pérdidas importantes en su vida y decepciones. La soledad era su compañera últimamente.
Llevaba ya diecisiete años yendo al cine todos los viernes tarde y domingos noche. Siempre se sentaba en la misma butaca. En el mismo cine, muy cerca de su casa.
Aquella tarde se sentó y al acomodarse, en un lateral encontró un papel doblado en varias partes. Sorprendida lo cogió y desdobló despacio. Había algo escrito.
“Tus lágrimas, son mis lágrimas, firmado Ángel”.
Guardó la nota entre sus manos y miró lentamente a su alrededor. Nadie le miraba. Nadie hizo ningún movimiento extraño o sospechoso. Se relajó y guardo la nota en su bolsillo mientras miraba hacia arriba, y se dijo a sí misma.
No sea peliculera Rebeca. Es simplemente una nota que se cayó en el asiento y no recogieron. 
Las luces se apagaron y empezó la proyección. Esta vez no pudo meterse tanto en la película como otras veces. En su mente estaba la nota que encontró. No podía pensar en otra cosa. 
Terminó la proyección y se encendieron las luces. Al levantarse su bolso se volcó y cayó al suelo desperdigándose casi todo su contenido. Algunas cosas cayeron bajo los asientos de las filas delanteras. 
¡Maldita sea!, exclamo en alto, ¿Por qué me pasan estas cosas?
Se agachó como pudo y de rodillas empezó a recoger sus pertenencias mientras las metía en su bolso sin cuidado. Al levantarse no quedaba nadie en la sala. En la cabina de proyección unas sombras atrajeron su atención. Una silueta con forma de ángel alado hizo que su corazón se acelerase.
¡Dios mío! Exclamó con lágrimas en los ojos de la impresión que le dio. 
Alguien le toco el brazo y al girar la cabeza se encontró con un chico joven con una escoba y un recogedor en cada mano, que le indicó que debía marcharse, ya que tenían que limpiar la sala para la próxima sesión.
Ella sin mediar palabra y agarrada a su bolso, con mirada perdida salió de la sala.
A la mañana siguiente cogió la nota y volvió a leer su contenido. Había cambiado.
“Tus deseos, son mis deseos. Firmado Ángel”.
Sus manos empezaron a temblar. 
¿Cómo es posible? susurró
El domingo acudió a su cita. Se acomodó en su butaca y al apagarse las luces se volvió a mirar hacia la cabina de proyección. El haz de luz era tan brillante, que lo siguió con la mirada hasta llegar a la pantalla. Se acomodó, cerró los ojos fuertemente pidiendo un deseo. 
Al terminar la película y encenderse las luces, no había nadie en el asiento, solo su bolso. 
Nunca más se supo de ella. Nadie reclamó sus pertenecías. 
Cuenta la leyenda que esa nota sigue apareciendo en algún asiento del cine. Quien la lee no puede escapar de sus palabras, para bien o para mal. 

jueves, 31 de octubre de 2024

Profundidades. I Concurso de Microrrelatos de Terror.

Cada participante podrá enviar un único microrrelato original e inédito en español, con una extensión máxima de 150 palabras.
Temática: El microrrelato debe abordar el terror marítimo.
Envío: Los relatos deben enviarse en formato PDF por correo electrónico a biblioteca.arqua@cultura.gob.es, con el asunto "Concurso de Microrrelatos". Se adjuntarán dos archivos: el microrrelato titulado y una "Plica" con los datos personales del autor.
Plazo: Del 20 de septiembre al 20 de octubre de 2024.
Fallo del jurado: El 1 de noviembre.


jueves, 17 de octubre de 2024

200 Pulsaciones - "El corazón "

El corazón 

Estaba en la sala de espera. Había pasado un año desde la operación y me tocaba la revisión. 
Llevaba la libreta con las dudas y preguntas para que no se me olvidará ninguna. Estaba tan nervioso, me sudaban las manos. No paraba de frotarlas contra el pantalón. 
El corazón me latía con fuerza, cosa que era impensable antes de la operación. 
Era curioso pero mis gustos habían cambiado con la música, me había vuelto más sensible a las palabras y al arte. Mi corazón se estremecía de tal forma que se me saltaban las lágrimas. Tenía sueños extraños.
Tenía tantas preguntas que hacer al médico.
La enfermera salió al pasillo y pronunció mi nombre. Entré con paso firme. 
Salí de la consulta con la buena noticia de que todo iba bien. El inmunosupresor estaba haciendo bien su labor y eso era una muy buena señal. Que siguiera cuidándome así. 
Las dudas seguían pero el cuadro que vi colgado en la pared hizo decidirme a empezar a pintar y dibujar. 
Nuevos sueños y metas empezaban a surgir en mi vida. Una vida que habría acabado si este corazón no hubiese llegado a tiempo.
Una vida apagada, se transformaba ahora en luz.
------------------------------------------------------------------------
Los microrrelatos tienen que tener un final feliz. Y como máximo 200 palabras. Deben comenzar con esta frase: " Estaba en la sala de espera" . Fecha 09/09/24 al 17/10/24 . Publicación del fallo 04/12/24  23:59

miércoles, 4 de septiembre de 2024

V Concurso de Microrrelatos de Gadis Supermercados 2024

Mamá 

Aquel inicio fue, como cualquier inicio. 
Lleno de entusiasmo y miedo, de ganas y mucha voluntad. 
En el camino encontré piedras y toboganes, empujones y manos que me ayudaron a levantarme. Palabras de rechazo y palabras de aliento. 
Tú nunca dejaste que me desanimara, que me apartara de mis sueños y metas. 
Cuando creía no poder más, allí estabas tú. 
Esa mirada tranquila y sonrisa tierna, abrazo eterno y beso dulce que me llenaba de amor infinito. 
Ahora que no estás, cierro los ojos e imagino tus labios susurrando estas palabras:
"Siempre estarás delante de aquellos que no lo intentan"

lunes, 11 de diciembre de 2023

La Princesa y su estrella

La Princesa y su estrella

Amira salía a contemplar cada día el Minarete de la Mezquita Hammoûda Pachá Bey desde la puerta de su casa. La torre octogonal se elevaba sobre una base cuadrada y lo que le fascinaba era su balcón. Estaba protegido por un toldo de madera coronado por un farol con techo piramidal cubierto de tejas verdes. Había sido construida hacía ya 200 años, en 1655.
Salía todos los días de día y de noche. Se imaginaba asomada mirando las estrellas que 
iluminaban el cielo y que pensaba que podía tocar desde allí.
Nunca había subido, no la dejaban. Tenía sólo 8 años y ese lugar sólo era para el almuecín, 
responsable de convocar a viva voz a la oración a los fieles musulmanes.
Una tarde, su padre le había regañado por su obsesión por querer subir al minarete y le había dicho:
-Quítate la idea de la cabeza, nunca subirás.
Se quedó llorando bajo el arco de la puerta.
Un hombre de barba blanca se acercó a ella y le preguntó:
-¿Por qué lloras, niña?
Ella miró hacia la torre y respondió:
-Porque jamás podré subir allí a coger una estrella.
El señor le tendió la mano y le dijo:
-Si quieres yo te llevo
La niña abrió los ojos con asombro y junto con sus padres subieron al minarete. Allí
descubrió que era imposible coger las estrellas.
El hombre le pidió que extendiera las manos y cerrará los ojos. Apoyó un azulejo con forma 
de flor.
La pequeña cuando abrió los ojos se sorprendió. El hombre le dijo que esa flor era una estrella atrapada en el azulejo.
La niña miró el azulejo y un reflejo de estrellas brilló sobre él. Sus ojos se iluminaron de 
felicidad.
Amira ya tenía su estrella.

Fotografía: Minarete de la mezquita de Hammoûda Pachá Bey. Túnez. 1855-1892


Bases del concurso: 
Con motivo de la celebración de la exposición temporal Túnez en Sepia. Fotografías de la colección del Museo Arqueológico Nacional, el museo propone este concurso de microrrelatos con el objetivo de poner de relieve la importancia documental de la fotografía en el ámbito de la arqueología y dar a conocer la colección de fotografía histórica del museo.

Los participantes deberán crear historias breves, reales o ficticias —inspiradas en una de las fotografías seleccionadas de entre aquellas que forman parte de la exposición temporal—, que capturen la esencia y la belleza de los vestigios del pasado que han resistido el paso del tiempo.

Se anima a los participantes a explorar los contrastes entre el pasado y el presente, a imaginar encuentros con personajes históricos o a tejer narrativas que combinen mitología, historia y ficción. La creatividad y la habilidad para transportar al lector a través del tiempo y el espacio serán elementos clave para el éxito en este concurso de microrrelatos centrado en el patrimonio arquitectónico, arqueológico y monumental de Túnez que es protagonista de esta exposición temporal.

sábado, 30 de septiembre de 2023

Mamá

Mamá

 

Después de la muerte de su madre se convirtió en una costumbre inquebrantable de todos los años para celebrar su cumpleaños. 

 

Esa fecha era intocable y así llevaban ya 15 años. 

 

Habían tenido que cambiar de restaurante, pero nunca la fecha ni lo que tomaban.

 

Reservaban una mesa para cuatro, aunque eran tres. Cenaban un picoteo y luego acompañaban la sobremesa con una copa de brandy de Jerez “Cardenal Mendoza”.

 

El ritual era colocar las cuatro copas, una en cada sitio. Cada vez que bebían brindaban por ella y pasaban la copa a la derecha, de esta forma rotaban. En el sitio de la madre además colocaban una foto de ella.

 

Le gustaba mucho ese brandy que solo tomaba en celebraciones importantes, lentamente, con un trocito de chocolate negro y con esa sonrisa en los labios que la caracterizaba. 

 

¡Por ti mamá! Y porque nos acompañes muchos años más.


---------------------------------------------------------------------------------------------------


XII Certamen Cardenal Mendoza.


Tema libre , se hará referencia de algún modo al Brandy de jerez.

La extensión de la obra será de 150 palabras incluido el título.

Obras escritas en español.



viernes, 15 de septiembre de 2023

Artista en el taller



Nunca pudo explicar de dónde le vino la rama creativa y en especial la escultura, ni tampoco el albinismo.

Toda su familia era de pelo negro con ojos marrones. Se tuvo que criar con su abuela porque su madre murió en el parto y su padre la rechazaba por ser tan rubia y blanca de piel. 

Al morir su abuela, en el lecho de muerte le recordó una frase que siempre le decía y que nunca entendió.

- Mira en su interior. 

Se refería a una figura de la virgen tallada en madera que le había regalado ella.

Una vez más, la cogió entre sus manos. Admiraba cada surco. La delicadeza con que se talló y lo bien conservada que estaba a pesar de sus años.

La base de la figura tenía una tela aterciopelada de color rojo, que por una parte se estaba despegando. Decidió terminar de despegarla para pegarlo de nuevo en condiciones. Al limpiar los restos de pegamento noto como una fina abertura, de donde salía un plástico.

Con las pinzas tiró delicadamente. Saco una pequeña foto envuelta en papel muy fino blanco. 

Al abrirla su corazón casi se le paró.

Allí había una imagen de un chico tallando esa figura, de pelo claro y piel blanquecina. Ella era muy parecida a él. 

Dio la vuelta y escrito aparecían esta palabra: 

En el taller (San Juan) 1934

Acababa de encontrar la primera pista del porqué de su apariencia. 

Ese tenía que ser su verdadero abuelo.
--------------------------------------------------------------

I CERTAMEN DE MICRORRELATOS Y MICROPOEMAS "NARRANDO EL AYER" SIMURG 2023 (España)

15:09:2023

Modalidad A: microrrelato con una extensión de entre 100 y 250 palabras

se deberá determinar el título de la fotografía y su URL, que aparece al final de los datos de la misma (ej. simurg.csic.es/view/1139330)

Para finalizar la participación, se deberá adjuntar el archivo de plica en formato PDF que contendrá los siguientes datos:
• Nombre y apellidos
• DNI
• Teléfono
• Correo electrónico
• Breve biografía del autor o autora (entre 3 y 5 líneas)

El fichero ha de tener el siguiente título: seudónimo elegido_Plica; por ejemplo, simurgianas_plica.
© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias

Las obras que se presenten al certamen deberán hacerlo rellenando el siguiente formulario: encuestas.csic.es/index.php/245697?lang=es
© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias

jueves, 13 de julio de 2023

La Siesta

La siesta
Calor intenso y sonido ensordecedor de las chicharras. Lo único que apetecía era echarse
una siesta bajo la sombra de un árbol, en la hierba del jardín.
Tumbada, mirando la copa del árbol con sus frondosos ramajes, abrí el libro y giré hasta
encontrar la postura más cómoda. No pude resistirme a caer en brazos de Morfeo.
Un cosquilleo en la cara hizo despertarme. Un hocico con bigotes empezó a susurrarme.
- ¡Llego tarde!
De un respingo me incorporé.
Mi hijo corría hacia mí gritando:
- ¡Llego tarde!
Por un momento me sentí Alicia en el país de las maravillas
-------------------------------------------- IV Concurso de Microrrelatos de Gadis Supermercados escribiendo sobre “la naturaleza” con un máximo de 100 palabras hasta el 31 de agosto de 2023

miércoles, 10 de mayo de 2023

La Joya de La familia

La joya de la familia
Ahí estaba yo, sacando de debajo de la cama la caja de mi infancia. Había regresado a casa de mis padres a por unas cosas antes de que se deshicieran de ellas porque querían renovar la habitación y hacer un cuarto para pintar para mi madre. Era una de las habitaciones más luminosas de la casa y por eso la eligieron. Yo hacía ya más de 20 años que me fui de casa y lo que más me sorprendió es que estaba como la dejé. 
Con un poco de esfuerzo llegue hasta la lata de galletas. Se me dibujó una sonrisa en la cara al abrirla . Empecé a sacar poco a poco las cosas y las apoyé en la cama..... que recuerdos .
Lo que más me hizo estremecer fue la muñeca. Era muy antigua con su pelo oscuro de verdad , no de esos sintéticos, no. La acaricié el cabello y como siempre la levanté el vestido para verle las enaguas . La pobre necesitaba un baño con urgencia. 
Esta muñeca era una herencia que pasaba de madres a hijas desde hacía muchos años, pero muchos. Yo no sé cómo podía seguir tan entera. Saqué también en pequeño librito que la acompañaba en la que aparecían una foto de las herederas con la muñeca y su nombre debajo. Había fotos en blanco y negro muy antiguas y poco legibles pero sorprendentemente de una pieza. El plastificado parecía el responsable. En el momento que mi hija cumpliera los 10 años debería hacerla una foto con la muñeca y cedersela y así haría ella con su hija ect. 
Repasé todas las fotos 1830+ 1865+ 1900+1935+1970 está última era la mía. 
La muñeca cambiaba de peinado y de vestimenta pero siempre llevaba cosido un camafeo con una piedra roja. La joya de la familia la llamaban. El camafeo era de color oro y siempre quise saber si era realmente valiosa. 
Y si lo llevaba a que lo valorasen??? 
Qué podría valer??? No creo que pudiese venderla... tenía demasiado valor sentimental. 
Recogí las cosas y las metí en la caja de galletas. Además de llenar unas cuántas cajas con cosas para liberar la alcoba y salí de la habitación . 

--------------------------------------------------------

VI CONCURSO DE MICRORRELATOS CARMEN ALBORCH DE FUNDACIÓN MONTEMADRID (España)

Microrrelato 200 palabras máximo
Palabras que tienen que contener Joya y/o Oro.

Hasta el 18/10/2022

Los participantes deberán enviar sus microrrelatos a partir del 14 de septiembre de 2022 y hasta las 23.59 h, hora de España, del 18 de octubre de 2022, a través del formulario que encontrarán en microrrelatos.fundacionmontemadrid.es, completando además todos los campos declarados expresamente obligatorios en el mismo.

El texto del microrrelato debe de ir encabezado por el título del mismo, que a su vez ha de coincidir con el título que conste en el formulario, y en ningún caso deben de aparecer el nombre y apellidos del autor, que se indicarán únicamente en el formulario de participación habilitado a tal efecto.

Facilitar cualquier dato personal a través del formulario anteriormente mencionado supondrá la aceptación expresa de las normas de protección de datos de FUNDACIÓN MONTEMADRID que se indican en el apartado 7 de las presentes bases.

El microrrelato deberá remitirse escrito en lengua española, deberá ser original e inédito (esto es, no debe haber sido publicado en ningún medio o soporte) y no deberá haber recibido previamente ningún premio o accésit en otro certamen nacional y/o internacional.

No se admitirá en el presente CERTAMEN ningún microrrelato enviado fuera de plazo y en general cualquier otro microrrelato que no cumpla las condiciones expresadas en las presentes bases.

Los autores deberán identificarse con su nombre y apellidos y podrán enviar un máximo de tres microrrelatos que deberán realizarse en un mismo y único envío.
© Escritores.org. Contenido protegido. Más información: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/19593-copias