domingo, 21 de julio de 2019

Esferas Negras (Capitulo 3)


Capitulo 3

Creo que la idea del café no fue buena, tenía ahora el pulso como para robar pandereteas…. Me era imposible ordenar alguna estantería sin que se me cayera algún libro. Estaba siendo algo incómodo porque no paraban de mirarme los que estaban allí sentados estudiando o consultando algún libro, porque les estaba molestando.
Así que tuve que dejar de hacer lo que estaba haciendo y me dedique a mirar los libros de las estanterías y ver si estaban bien colocados por orden, etc.
Colocando unos libros de repente por detrás de ellos aparecieron unos ojos inquietantes que me miraban fijamente y en voz susurrante me dijo:
-          Por fin te encuentro…
Mi reacción fue dar un brinco hacia atrás con un grito ahogado. Mi torpeza me hizo caer de culo y que varios libros me cayeran encima.
Nerviosa miré a la estantería pero ya los ojos no se encontraban, entonces miré hacia los lados inquieta mientras me levantaba y recogía los libros que habían caído.
Tenía el pulso tan acelerado que notaba como bombeaba la sangre en mis oídos, y cómo mi corazón iba a salirse del pecho.
Entrando por el pasillo vi a la Bella Amapola acercarse de la mano de su madre. La niña venía dando saltitos sonriendo y la madre con paso pausado me miraba fijamente y pude leer en sus labios que me decía :“Tranquila”.
-          Disculpa, estoy buscando un libro, dijo en voz media.
Yo la miré con ojos de no entender nada pero cogí el papel que me ofrecía de su mano. En él ponía unos números de nuestro archivo y sin decir nada me dirigí a ese estante.
La Bella Amapola iba tarareando en bajito y dando saltitos de felicidad. En el silencio de la sala, a pesar de su delicadeza, tronaban demasiado y la madre tuvo que regañarla. La niña con una sonrisilla imito a su madre poniéndose el dedo índice en los labios con gesto de silencio.
Llegamos al estante y busqué la numeración. Estábamos en una parte de la biblioteca poco concurrida. Le di el libro y la pregunté:
-          ¿Es este el que está buscando?
Ella lo examinó y afirmó con la cabeza .Miró hacia los lados y me dijo:
-          No tenemos mucho tiempo y tengo que darte instrucciones…¿Ves este libro? Será nuestra forma de comunicarnos. Así que no lo prestéis, hay dos ejemplares más para dejar. En la página 77 dejaré una nota cuando necesite comunicarme contigo. Y tú harás lo mismo cuando tú lo necesites. No estás sola, somos muchos y muy bien organizados. Tenemos que irnos, hasta luego.

Memoricé el número del libro y su título para avisar a mis compañeros.
Parecía que estábamos solos y va a ser que no….

Al final del pasillo me encontré a Fabián haciéndome señas para que me acercase. Llevaba una caja bajo el brazo. Nos reunió a los tres en el mostrador de la entrada que en ese momento apenas había gente.
-          Chicas han llegado nuestra nueva forma de comunicación.( Parecía  un chiquillo sacando un juguete nuevo).
Parecía un sistema sencillo. Unos pinganillos inalámbricos con una caja donde se cargaban y una aplicación que te instalabas en el móvil. Mientras nos lo explicaba nos pidió nuestros móviles al que instaló la aplicación en pocos minutos.

-          Fabián cada día me sorprendes más. No sabía tu afición a estas tecnologías. Llevas un móvil sin whatsApp del año de la Tana, le dije

-          Por eso me he tenido que comprar este móvil de última generación.

Nos mostró otra caja. Las dos nos miramos sin poder aguantar la risa. Parecía un presentador de Teletienda mostrándonos el producto y con ese movimiento de manos tan característico.
-          Vaya dos tontas, y se echó a reír también.

Ahora sólo faltaba probar el sistema.

Cada uno de nosotros fuimos a un lado de la biblioteca.
-          Tendremos que pensar en alguna palabra clave. Y ponernos un nombre más corto. Dijo Fabián.
-          Anda que no has vito películas, dijo Laura. Pero tienes razón.
-           Chicos tengo que deciros algo importante. Vino a verme la Bella amapola con su madre. Dije
-          ¿Bella amapola? Preguntó Fabián.
-          Si, la madre y la niña que me dieron la bolsa roja con las esferas, dije
-          ¿Cómo? ¿Cuándo? Dijo Fabián.
-          Hace diez minutos. Me dijo que nos comunicaríamos a través del libro: “ Tú, para siempre 
Hay tres ejemplares, el que tiene el número “ TPS-dl129“
Así que atentos que nadie se lo lleve.
Lo devolverá en el mostrador ella, cuando haya algo importante que decirnos.
Dijo que estaban muy bien organizados y que estaríamos en contacto. Les dije.
-          Lo tengo yo chicos, dijo Laura. Lo llevo en el carro para colocar.
-          Mira la página 77, dije nerviosa.
-          Sí, hay un papel escrito, dijo Laura.
-          Qué pone? Dijimos a la vez Fabián y Yo.
-          Una dirección y una hora: C/ San Lamberto  nº16  local 3-4 a las 21.00 h , dijo Laura.
-          ¿Hoy?, preguntó Fabián.
-          Se supone que será hoy, si no hubiese puesto una fecha. Dije.
-          ¿Pone algo más? Pregunte.
-          Espera … por detrás pone: Ven con tus compañeros. Dijo Laura. Esto se pone interesante dijo con un pequeño grito como los de Chiquito.
-          Tú si que eres peliculera Laura, dijo Fabián. Hay que tomárselo en serio, no es un juego chicas.
-          Lo sé, lo sé... respondió en tono serio Laura

Pasó la tarde deprisa y no hubo nada fuera de lo normal. Sólo gente consultando libros, estudiando, haciendo trabajos…lo normal en una biblioteca.
Llegaron las 20:30 y cerramos a cal y canto. Apenas hablamos entre nosotros, estábamos nerviosos y se palpaba en el ambiente.
La calle pillaba cerca y casi llegando paré en seco y les dije a mis compañeros:
-          Lo siento chicos por meteros en este lío. Estáis a tiempo de dar marcha atrás….. Yo reconozco tener miedo.
-          Estamos contigo, dijo Fabián tocándome el brazo.
-          Si, querida, estamos contigo, dijo Laura, sacando unas gafas y un gorro como forma de camuflaje.
Era tan graciosa a veces con esos toques de humor peliculero y lo más gracioso es que lo decía muy en serio. Yo en esos casos intentaba no reírme para que no se sintiera ofendida, aunque ella acababa mirándome con una sonrisa de oreja a oreja muy orgullosa de ser como era.

El número de la calle daba a una rampa con una verja un poco oxidada y que chirriaba bastante. Nos adentramos y al final a la izquierda había una puerta de metal negra que estaba cerrada.
Fabián muy decidido dio tres toques y nos quedamos en silencio. A los pocos segundos se abrió la puerta lentamente.
Allí estaba la mamá de la Bella Amapola que nos hizo un gesto apresurado para que pasáramos y miró a la calle antes de cerrar para ver si nos había seguido alguien. 

Ese lugar era una especie de almacén, había cajas flight Case de todos los tamaños en estantes bien ordenador. Nos hizo pasar al fondo a la izquierda atravesando un despacho y luego más a la izquierda donde había dos puertas. Una era un aseo y la otra daba a unas escaleras que bajaban.
Se oían murmullos mientras íbamos bajando.

¿Nos estaríamos metiendo en la boca del lobo? Pensé.