El hongo del elixir
La bodega del Valle de los Cerezos era famosa por producir vinos de alta calidad. Sus viñedos eran cultivados con cuidado y los procesos de producción se llevaban a cabo con precisión. Sin embargo, un día, los propietarios de la bodega descubrieron algo inusual, un hongo especial había comenzado a crecer en sus barricas de vino.
En lugar de descartar el vino, decidieron analizarlo y vieron que el hongo había cambiado su composición química. Los propietarios decidieron probarlo y descubrieron que tenía un sabor único y un aroma embriagador.
Hicieron una pequeña remesa y la ofrecieron a familiares y conocidos. Todos quedaron encantados y empezaron a pedir más y más.
Al cabo de un mes la gente empezó a consumir más carne de lo habitual.
Pablo no bebía vino porque era alérgico a las uvas y fue el primero que se dio cuenta del comportamiento extraño de las gentes de su pueblo. Hasta los niños empezaron a comportarse de manera más agresiva y violenta con los demás.
Una tarde se acercó a la frutería y vio como los estantes estaban medio vacíos. El frutero le explicó que apenas estaban vendiendo y que se planteaba cerrar. Que, por una extraña razón, la gente ya no quería tomar fruta y verdura. Que el carnicero se estaba forrando y que él era vegetariano. No comprendía lo que estaba sucediendo. Cosa que a Pablo le sorprendió y le dijo que él también lo era. Los dos hicieron buenas migas.
Al llegar a casa se lo comentó a su gato, fiel amigo y compañero de vida.
- Zarpas, ¿sabías que el frutero es vegetariano como yo?, Que gracia, años yendo a su frutería y no lo habíamos comentado nunca. Es muy simpático.
El gato le miraba muy atento como si comprendiera lo que le estaba contando. Cómo era viernes, a Zarpas le tocaba tomarse "la chuche" que era una albóndiga de carne que había preparado su dueño con todo el cariño del mundo y con todo el asco que podía sentir. Hacía medio kilo de carne picada de cerdo y ternera con verduras y las congelaba.
- Sólo te queda esta, tendré que ir a la carnicería mañana mismo.
Y así hizo, después del trabajo se acercó a la carnicería. La cola era interminable.
- Qué extraño… pensó.
La gente estaba muy impaciente. Presenció varios momentos tensos, incluso casi llegando a las manos.
Cuando llegó su turno le extrañó ver botellas de vino en la repisa. La gente se llevaba kilos de carne y cajas de vino.
Pidió su medio kilo de carne y el carnicero le ofreció una botella de vino para que la probará. El amablemente la rechazó, pero el tendero le insistió y se la metió en la bolsa. No pudo decir que no ya que se sintió observado por los clientes que le miraban con los ojos fijos y sin parpadear.
- ¡Mil gracias!, dijo Pablo con una sonrisa que intentó que no fuera forzada.
Las gotas de sudor le bajaron frías por la espalda y su nerviosismo le llevó corriendo a casa y a cerrar con llave la puerta con todas las vueltas de la cerradura.
- ¿Qué está sucediendo?
Miró el teléfono varias veces. De repente le llegó un mensaje de Benito el frutero que decía: " Creo que el vino les está volviendo locos".
Pablo miró la botella que había dejado encima de la mesa y leyó la etiqueta " Elixir Valle De Los Cerezos ". La bodega era del pueblo.
Respondió al mensaje de Benito: "Tenemos que vernos, creo que estamos en peligro".
Benito le pasó una dirección. Pablo cogió la chaqueta y se marchó presuroso a su encuentro.
Benito se encontraba dentro de su furgoneta con las luces apagadas debajo del gran olivo, esperando a que llegara Pablo. A lo lejos le vio acercarse medio corriendo y se metió en el vehículo rápidamente.
- He visto a mis vecinos discutir por el último vaso de vino y han acabado dándose de ostias. Salí a parar la pelea y casi me comen... dijo Benito y seguidamente mostró el antebrazo y el cuello con marcas de mordiscos. Le temblaban hasta las pestañas a Benito.
- Madre de dios, exclamó Pablo al verlo. ¡¡Tenemos que ir a la policía!!
- Lo he intentado y ellos también están poseídos por ese "Elixir". He tenido que salir corriendo de la comisaría. Parecían como zombis …
- ¡Arranca y acerquémonos a las bodegas dónde se hace este vino!.
Llegaron en menos de quince minutos. Las luces estaban encendidas. Llamaron al timbre y una amable señora les abrió la puerta.
- Buenas noches, ¿qué desean? Si es vino hasta dentro de una semana no hay más producción… ya han venido varias personas por lo mismo. Mis hijos están en ello trabajando día y noche para sacar la producción.
- ¿Dónde se encuentran ahora?, necesitamos hablar con ellos urgentemente.
La mujer señaló una nave que había enfrente.
A través de la puerta se les oía discutir.
- ¡Esto tenemos que pararlo ya! ¡Tenemos que pedir ayuda urgentemente!
- Pero si hasta la policía está afectada... ¿dónde podemos ir?
Llamamos fuertemente a la puerta y las voces cesaron.
- ¡Abran por favor, es urgente!, dijo Benito
La puerta se abrió despacio, sus caras estaban desencajadas.
- Sabemos que está sucediendo, venimos ayudar. No pueden producir más Elixir.
Nos dejaron pasar y contamos lo que habíamos visto y sufrido en nuestras carnes. Hicimos algunas llamadas a gente especializada.
En menos de 24 horas el pueblo estaba considerado zona de exclusión. No dejaban entrar ni salir.
En los meses posteriores sólo dejaban pasar camiones con suministros. Éramos una zona peligrosa por un virus.
Requisaron las botellas de vino y destruyeron las barricas quemando su madera. Pasaron ocho meses hasta que todo volvió a la normalidad. Las personas afectadas no recordaban apenas lo sucedido, eso hizo que la situación fuera menos traumática.
La noticia no salió por televisión y pronto pudimos retomar nuestras vidas.
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